19/8/09

Las ilusiones o expectativas

“Lo que yo quería era que estuviéramos bien, que estuviéramos de buenas… como antes, quería que todas las palabras, los gritos, los insultos y la frialdad de la distancia en la cercanía se terminara, y mi miedo e inseguridad se alimentaron de su descalificación y su miedo” Anónimo Últimamente veo con -demasiada- frecuencia como muchos de los malentendidos y las desavenencias entre la gente, tienen un mismo origen: las expectativas que nos creamos respecto a los demás. Yo misma doy fe de haberlo sufrido en mi propia carne. Puede resultar sorprendente -impresionante diría-, lo que se llega a hacer con tal de que alguien responda exactamente a lo que se espera de él/ella. Si a eso añadimos el orgullo, el resultado puede ser aterrador. Creo que ese "enganche" forma parte de las relaciones de internet, o sea queremos que la persona "dueña de nuestras quincenas" que no hemos ni conocido responda a nuestras expectativas y si no sucede así por supuesto que sufrimos!!! Cuando conocemos a una persona es inevitable que nos acerquemos desde nuestras creencias y expectativas personales y con ese listado imaginario, a veces consciente y otras inconscientes de los deberías y tendrías que… mismos que nos fueron enseñados por nuestra familia, a veces de manera verbal y otras muchas de manera no verbal, el caso es que nos mostramos ante el otro o la otra con ese listado, esperando que suceda y esperamos y después desesperamos y después nada, al final nada. Hasta aquí no suena tan complicado, pues todas las personas podemos tener ilusiones, fantasías o deseos de cómo queremos que sean las cosas en un futuro, algunas veces idealizamos formar una familia, tener hijos, comprar una casa, viajar, etc. Y es aquí donde las cosas dejan de ser tan fáciles, pues la otra persona, aquella que al verla hemos deseado y decidido que sea nuestra pareja, también viene con el mismo, pero diferente listado de deseos, expectativas y sus debería y tendría que ser de tal o cual manera, que igual que nosotros lo aprendió, que igual que nosotros su familia y su contexto le enseño. Y nos encontramos y comenzamos a salir y por fin llega ese día en que se decide formar una pareja con aquella persona, todo es sencillo al inicio pues estamos en la primera fase del enamoramiento o en amor miento como yo le llamo. Y construimos, amamos, entregamos, erotizamos, planeamos, hacemos, permitimos, hablamos, sugerimos, negociamos, toleramos y respetamos. Sin embargo al paso de los días es muy posible o casi imposible que nuestro listado de creencias y expectativas comiencen a surgir y comenzamos ahora a discutir por que “la pasta de dientes no está cerrada”, “porque el cepillo no está en su lugar”, “porque dedicas mucho tiempo a no hacer o no hacer tal cosa”, “porque ya no, porque no así, porque yo, porque si” y la lista continua de manera ilógica e inexplicable, trasgrediendo la individualidad del otro, tratando de manera atropellada de entender al otro o de ser comprendido por el otro. Continua la relación y al mismo tiempo continúan los velos de la comunicación, colocándose uno tras de otro para al final creer que se entiende y creer que se expresa de manera adecuada y no pasa y nos damos cuenta por la conducta del otro que no somos reales frente a frente, sino parte de un ser construido desde el dolor, el rencor, la desesperanza y el desanimo o el deseo de que existas como yo te imagine. Y es en nombre del amor que comenzamos a querer controlar y controlamos, y en nombre del amor exijo que me respetes y te grito, es en nombre del amor que hacemos y dejamos de hacer tantas cosas, hasta llegar al punto de querer que la otra persona sea aquello que no pude ser yo y descalifico las habilidades por mi miedo a mi fracaso, es cuando la teoría de la media naranja tiene sentido, donde creer no vale de nada sino considero que ambos, somos naranjas, nunca medias naranjas y como reza la oración de la Gestalt, yo soy yo y tu eres tú, no estoy yo en este mundo para cumplir tus expectativas y no estás tú en este mundo para cumplir las mías. Ya, para este momento solo queda, desear de corazón que la pareja sea en realidad este par de naranjas que caminan acompañándose, respetándose, no descalificando, reconociendo que cada quién puede tener un sabor distinto y ser igual naranjas, reconocer con la humildad del verdadero amor las habilidades del otro y engrandecerlas, para desde ahí fortalecer nuestra relación desde la fortaleza. No facturas atrasadas, creer en la palabra del otro, y sobre todo y a pesar de todo saber reconocer que es sólo parado en ambos pies que cada quién podrá acompañar, nunca esperar que sea la otra persona la que deba de, reconocer mis conductas de inmadurez para hacer que crezcan, reconocer mis conductas fuertes para hacerlas dóciles y fácil de entender. Finalmente, reconocer que no es fácil estar cerca de alguien que creció con su listado de expectativas y que muchas de ellas no son iguales a las tuyas, pero lo que es fácil es que en nombre del amor se actualicen los listados y saber que si el universo conspiro para que estuvieran juntos un día, es por todo lo que ambos deben aprender del otro, cada quien haciendo lo suyo acompañando a veces, en silencio, en la distancia, en la cercanía, en la palabra, en el abrazo, en el sexo, pero eso sí acompañando en el nombre del amor… y así vale la pena solo por hoy volver a confiar.
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